La hidratación de la piel es una situación necesaria para mantenerla en condiciones saludables y protegerla frente a la posibilidad agresiones externas tanto de enfermedades como de envejecimiento.
Para lograr la hidratación lo primero es tener hidratado todo el cuerpo a base de beber abundantes líquidos, sobre todo en épocas de exceso de calor y sudoración. Y por otro lado aplicarse lociones hidratantes de forma habitual y sobre todo tras exposición a condiciones de exceso de frío o de exposición solar.
El frío produce una vasoconstricción y por ello disminuye el riego de la piel. Al tener menos riego sanguíneo la piel tiene menos oxígeno y nutrientes y tiende a secarse.
Con el sol la piel pierde directamente agua y por ello se seca.
En ambas situaciones hay que extremar las medidas de hidratación oral como la aplicación más frecuente de cremas y lociones hidratantes. Además de tratamiento de hidrataciones especiales como: Mascarillas, serum, vitaminas, aminoácidos que aporten nutrición extra.
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